viernes, 4 de enero de 2013

El planeta misterioso. George H. White


Novela de George H. White (Pascual Enguídanos) publicada en 1953 como el número 2 de la colección Luchadores del espacio de Editorial Valenciana. Se reeditó en 1974 muy retocada por su autor.

Harry Tierney, un próspero empresario aeronáutico norteamericano, ha diseñado un prototipo revolucionario de avión, el Lanza, gracias a la ayuda de sus colaboradores y de Erich Von Eicken, un científico alemán afincado en los Estados Unidos inventor de un nuevo combustible infinitamente más potente que todos los conocidos hasta entonces. Ambos se muestran satisfechos por el éxito obtenido, pero temen, con razón, que su invento pueda caer en malas manos siendo utilizado para la guerra en lugar de para el bien. Así pues, deciden mantenerlo en secreto.
En una de las factorías de Tierney se empieza a construir en secreto el nuevo Lanza, mucho más poderoso y capaz que su hermano menor, mientras sus promotores barajan la posible meta de su viaje. Harry Tierney recuerda la historia que relataron Miguel Ángel Aznar y sus compañeros a su llegada a la Tierra y, aunque no acaba de creérsela del todo, decide que Venus puede ser una buena meta para su viaje. El profesor von Eicken se muestra de acuerdo con él, pero ambos deciden ir más lejos invitando a tomar parte en la aventura al grupo del profesor Stefansson. La mayor parte de ellos aceptan el ofrecimiento y accede a integrarse en la tripulación del nuevo Lanza, que quedará formada por Miguel Ángel Aznar y Bárbara Watt, ya su mujer, el profesor Stefansson, George Paiton y Richard Balmer, junto con Harry Tierney, el profesor von Eicken, su hija Else y los empleados de Tierney Thomas Dyer, mecánico, Edgard Ley, delineante, y Bill Ley, hijo de este último.
El vuelo del Lanza se desarrolla sin percances y, una vez llegados a su destino, los protagonistas aterrizan en la región tropical del planeta poblada de dinosaurios. Los viajeros se encuentran con los saissais, los habitantes de Venus, que montan sobre pterodáctilos. Dos saissai son derribados de sus monturas aladas por los protagonistas al ser confundidos por éstos con los thorbods, los malvados hombres grises de la primera novela de la serie.


Rápidamente se deshace el equívoco y, tras la mutua sorpresa inicial, ambas partes comprenden que han de ser aliados frente al enemigo común. Pese a la barrera del lenguaje los protagonistas consiguen hacerse entender por sus prisioneros que, confiando en ellos, aceptan conducirlos hasta su ciudad. Pero el peligro acecha. Los saissais sufren razzias periódicas destinadas a conseguir esclavos que los hombres grises utilizan en sus minas e instalaciones fabriles. Camino de la capital saissai los terrestres son testigos, sin que puedan hacer nada por evitarlo, de una de estas incursiones en la que, tras inundar la ciudad con gases anestésicos, los hombres grises marchan de regreso a sus bases cargando con sus nuevos esclavos.
Una vez desaparecidos los thorbods, los terrestres entran en la expoliada población, siendo recibidos con todos los honores por sus habitantes, al intuir éstos que los recién llegados puedan ayudarlos a combatir al odiado invasor que lleva en Venus poco más de una treintena de años. Pese al entusiasmo de los saissais los protagonistas no pretenden, ni mucho menos, plantar cara a un enemigo mucho más poderoso que ellos, conformándose con la mucho más modesta pretensión de volver a la Tierra lo antes posible portando, eso sí, las pruebas necesarias (a ser posible un thorbod vivo) para demostrar la existencia de una amenaza contra nuestro planeta, puesto que no les cabe duda de que la Bestia Gris, una vez que haya dominado Venus, intentará asimismo invadir la Tierra. No obstante, deciden hacer un favor a sus anfitriones atacando una fundición thorbod llamada Pore, en la que gimen varios miles de esclavos saissais. Rápidamente organizan una acción de comandos y, encabezado por Miguel Ángel Aznar y algunos de sus compañeros, parte hacia Pore un pequeño grupo de saissais rápidamente entrenados en el manejo de las armas terrestres. Volando en pterodáctilos, mucho más silenciosos que el helicóptero del Lanza, los guerrilleros llegan hasta la central hidroeléctrica que suministra energía a la fundición y la destruyen amparándose en la falta de vigilancia de los confiados thorbods, haciendo lo propio con la vecina emisora de radio. Acto seguido retornan a su refugio y, tras despedirse de sus agradecidos aliados, parten hacia la Tierra llevando con ellos un prisionero thorbod, con la promesa de que volverán dentro de poco al frente de una flota de Lanzas que les permita conjurar la amenaza de la Bestia Gris.

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