Novela de Georges-Jean Arnaud (1928-2020) publicada en 1963 por la editorial Fleuve Noir en la colección Espionnage con el número 403.
La historia se inicia en los astilleros de Scafola en Génova, donde el teniente comandante Serge Kovask, un agente estadounidense, investiga el incendio sospechoso del carguero ELBA. Este buque, financiado por la OTAN y diseñado para posibles usos militares, incluyendo el transporte de cabezas nucleares, subraya la gravedad del incidente. Cesare Onorelli, el jefe de los vigilantes, expresa sus dudas sobre la causa oficial del incendio y sugiere un sabotaje bien orquestado. Las sospechas de Kovask se confirman al descubrir un derrame de fuel en el astillero y vincularlo con Ugo Montale, director de la escuela por correspondencia T.A.S.A. en Génova, y Bruno Fordoro, el químico supuestamente accidentado. Fordoro finalmente confiesa que su "accidente" fue un montaje con su esposa Emma y Montale para estafar a las aseguradoras, y Pietro Galli, el ingeniero de seguridad, admite haber saboteado el ELBA bajo el chantaje de Montale.La investigación, llevada a cabo por Kovask y el capitán de corbeta italiano Luigi de Megli, los conduce a Monfalcone, donde identifican a Giovanni Galtore, un ex paciente psiquiátrico y estudiante de la T.A.S.A., como el próximo objetivo de Montale para sabotear el carguero OLBIA. Con la ayuda de Rosa Choumanik, la novia de Galtore, Montale es confrontado y asesinado por Giovanni en defensa propia al intentar coaccionarle. Este incidente lleva a la sede principal de la T.A.S.A. en Londres, donde se descubre una extensa red de espionaje y sabotaje liderada por Francis Grant, Moira Kent, William Turner y Eileen Gynt. La organización utilizaba la fachada de la escuela por correspondencia para recabar información económica e industrial y ejecutar sabotajes por encargo, incluso para países comunistas, eliminando a quienes descubrían la verdad, como Thomas Hacksten, un alto directivo de la empresa. Kovask logra desmantelar la célula de Londres, capturando a Grant y revelando que los sabotajes, como el del ELBA, se dirigían a objetivos relacionados con la oposición a la política estadounidense de misiles Polaris.