La historia comienza en la mansión Steel-Laines en febrero de 1945, envuelta en una espesa niebla, creando un ambiente severo y opresivo. Nancy Steel-Laines, que acababa de dar a luz a su hijo Michael, se estaba muriendo, y el doctor Morris confirmó que su corazón fallaría a la menor emoción. Nancy temía profundamente, no por sí misma, sino porque presentía que alguien la odiaba por haber jugado con los hombres en el pasado, incitándoles a celos y furor. Ella sospechaba que el accidente mortal de su esposo había sido provocado y temía que ahora quisieran hacer daño a su hijo. Claire, su hermana, le prometió que defendería al niño. Esa misma noche, el miedo de Nancy se hizo realidad cuando una persona siniestra entró en su dormitorio. El misterioso atacante reveló que venía a hacerle daño a Michael por odio, y a pesar de los gritos horrorizados de Nancy, procedió a mutilar al bebé con unas tijeras afiladas. Nancy murió inerte en el suelo, de horror. El doctor Morris logró salvar la vida del niño.
Veintisiete años después, Michael Steel-Laines vive recluido en el ala derecha de la mansión, avergonzado de su rostro desfigurado y monstruoso. Creció consumido por el odio hacia las mujeres que sentían asco o repugnancia al verlo. Michael desahogaba su furor vengativo atrayendo a prostitutas, llevándolas a una habitación con paredes acolchadas (para que no se oyeran los gritos) y, finalmente, a una piscina en el sótano donde dos cocodrilos devoraban a sus víctimas. El agente de policía Harold Trevor se infiltra como mayordomo para investigar la ola de desapariciones. Tras el fracaso de Michael en conquistar a las nuevas bibliotecarias (Ann Garnet y Ava Sheridan), la tía Claire manipula el testamento de la sirvienta Margaret, haciendo que sus parientes, por ambición, mutilen a las chicas para cobrar una cuantiosa suma. Finalmente, cuando Michael intenta atacar a Jeanette (la nueva bibliotecaria), Harold interviene, y al ser acorralada, tía Claire confiesa ser la responsable original de la mutilación de Michael, motivada por el odio a su madre. Ante la llegada de la policía, Michael y la tía Claire, abrumada por el arrepentimiento, saltan a la piscina, donde mueren en las fauces de los cocodrilos.












