viernes, 29 de marzo de 2013

Cerebros electrónicos. George H. White

Cubierta de la edición de 1974

CEREBROS ELECTRÓNICOS es una novela de George H. White (Pascual Enguídanos), que fue el número 4 de la colección Luchadores del espacio de Editorial Valenciana publicado en 1954. La novela volvió a reeditarse en 1974 completamente revisada por el autor. Comentamos esta última edición.

La novela relata los acontecimientos que sucedieron con posterioridad a la partida de Venus del Lanza, rumbo a la Tierra. Todo parece desarrollarse de forma correcta, pero inopinadamente un astro errante (más adelante sabremos que se trata del planeta Ragol) se interpone en su camino atrayéndolos a su superficie.

Tras acercarse a él a una distancia prudencial para estudiarlo, sus tripulantes descubren espantados que el thorbod que llevaban prisionero ha escapado de su encierro, saboteando el sistema de bombeo de combustible. Al no poder encender los motores el Lanza es incapaz de alejarse del planeta, por lo que acaba estrellándose contra la superficie helada del mismo. Aunque gracias a la pericia de Miguel Ángel Aznar todos sus tripulantes consiguen salir ilesos del aterrizaje de emergencia, el avión queda destrozado y completamente inutilizado para volar de nuevo. Aparentemente, los protagonistas están condenados a acabar sus días en el estéril astro cuando se les acabe la comida o, más probablemente, el oxígeno.

Pero las sorpresas no tardan en aparecer. El profesor Stefansson descubre que el pequeño satélite que orbita en torno a Ragol es en realidad una construcción artificial que oficia de lámpara gigantesca para iluminar la superficie del planeta cuando éste se encuentre sumido en las profundas oscuridades del espacio, algo que al parecer ocurre durante la mayor parte del recorrido de su excéntrica órbita. Asimismo recogen unas imágenes de televisión que muestran la existencia de vida en su inhóspita superficie, lo que hace alentar esperanzas de salvación a los náufragos cósmicos.

Rápidamente organizan una expedición en busca de los habitantes del planeta, descubriendo el tren que se introduce en la central eléctrica. Miguel Ángel y Bill Ley penetran en ella y allí son atacados por un robot, al que consiguen inutilizar llevándoselo con ellos al Lanza. Tras desmontarlo, los científicos llegan a la misma conclusión que ya conocíamos: son hombres mecánicos extremadamente sofisticados que reciben la energía eléctrica mediante ondas.

Los náufragos están divididos sobre la iniciativa a seguir, con Harry Tierney partidario de entrar en contacto con los robots y un Miguel Ángel Aznar que desconfía de ellos tras el ataque sufrido en la central eléctrica. Sin embargo no llega a producirse la escisión del grupo, dado que los acontecimientos se precipitan. Un segundo robot, a bordo de una navecilla (las zapatillas volantes como las llaman) ataca a los terrestres matando a Bill Ley antes de ser abatido. La hostilidad de los habitantes de Ragol queda así patente, por lo que los protagonistas deciden abandonar los restos del Lanza huyendo en los dos vehículos aéreos de que disponen, el helicóptero y la zapatilla volante. Mientras tanto han descubierto, gracias a los rótulos existentes en esta última, que el planeta fue colonizado en su día por los saissais, posibles constructores de los enigmáticos robots.

Cubierta de la edición de 1954.

Una exploración del planeta les lleva hasta una ciudad concha, como denomina Enguídanos a las ciudades cubiertas por una cúpula transparente, en la cual logran penetrar los protagonistas sin ningún problema aunque son atacados poco después por un grupo de robots. Tras destruirlos después de una breve lucha, tienen la fortuna de descubrir el centro de control de la ciudad, descrito por el autor como un gigantesco ordenador central que era el que controlaba todas las actividades mecánicas del planeta, incluidos los propios robots. Huelga decir que los protagonistas se apresuran a desconectar todas las centrales eléctricas existentes en el planeta, lo que provoca la paralización del ordenador central y, en consecuencia, de los peligrosos robots...

Y también de la cámara de hibernación donde reposa un puñado de saissais. Horas después los saissais despiertan de su letargo y, tras la sorpresa inicial, aclaran a los terrestres el misterio de su presencia.

Provienen de un planeta extrasolar víctima de una lucha fraticida entre los dos pueblos que lo habitaban, a lo que hay que sumar una catástrofe cósmica que había destruido el sol de ese sistema. Un grupo de saissais supervivientes habían conseguido refugiarse en Ragol, ahora convertido en un planeta errante. Tiempo después Ragol penetró en el Sistema Solar, aprovechando los saissais para enviar a sus jóvenes a Venus donde iniciaron una nueva vida privados de la tecnología que había provocado la catástrofe de sus mayores. Ragol se había vuelto a hundir en las profundidades del espacio, y los saissais que lo habitaban emprendieron la construcción de un vasto emporio tecnológico mientras un grupo de ellos, desencantados del comportamiento de sus compañeros, habían decidido hibernarse hasta que el planeta volviera a acercarse a Venus, ya que deseaban comprobar el resultado del vasto experimento social emprendido varios milenios atrás. Sin embargo, las cosas no habían discurrido tal como estaban previstas debido a la rebelión del ordenador central, que varios siglos atrás había provocado la muerte de sus constructores, respetando a los hibernados probablemente porque desconocía su existencia.

La situación se muestra complicada ya que Ragol se aleja de nuevo del Sistema Solar, pero para sorpresa de unos y otros descubren que la ciudad en la que se encuentran es en realidad una enorme nave espacial cuya construcción había sido iniciada por los saissais que todavía habitaban en Ragol, con objeto de emigrar en ella a Venus. La rebelión del cerebro electrónico provocó que la nave quedara sin terminar y los hibernados no fueran despertados de su letargo, pero ello no habrá de suponer un gran obstáculo para los saissais que, una vez eliminadas las funciones peligrosas del ordenador central, podrán volver a valerse de él para reactivar la industria del planeta, acabar la construcción de la nave-ciudad y viajar a Venus y los protagonistas a la Tierra. Pero para ello tendrán que pasar unos mil años y unos y otros se disponen a entrar en un nuevo estado de hibernación para cuando llegue ese momento. Cuando despierten la Tierra habrá cambiado de una manera que no pueden adivinar.


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