En 1642 un galeón español llamado "Rey del Mar" es atacado por piratas ingleses a las órdenes de La Mano Azul. Toda la tripulación es echada a los tiburones a excepción del hijo del capitán que logra salvarse de milagro. Muchos años más tarde, en 1666, el pirata conocido como La Mano Azul ha sido ennoblecido por el rey Carlos II de Inglaterra y es conocido como Lord Benburry, ahora un próspero armador. Pero los barcos de Lord Benburry no pueden navegar tranquilamente por los océanos porque son sistemáticamente asaltados por el misterioso "Corsario de Hierro". Éste, en realidad, es el hijo del capitán del "Rey del Mar", que en su día juró vengarse de La Mano Azul.
Lord Benburry, con la intención de librarse del Corsario, zarpa con un arma secreta a bordo. Al enfrentarse con el Corsario, descubre un gigantesco cañón que literalmente arrasa el barco del Corsario. Éste queda malherido y es hecho prisionero por Lord Benburry, no sin que Lady Roxana, la sobrina del pirata, se apiade del joven y descubra la verdadera personalidad de su tío.
Tras ser curado, el Corsario es encerrado en la Torre de Londres en espera de juicio. En la cárcel también se encuentran un gigantesco escocés llamado Mac Meck y un desgarbado mago italiano llamado Merlini, ambos encerrados por nimiedades.
Inesperadamente y sin juicio el Corsario es enviado ante el verdugo juntamente con Mac Meck y Merlini. Es el 2 de septiembre de 1666 y esa mañana en Londres estalla el gran incendio que destruirá toda la ciudad. El Corsario y sus compañeros logran escapar gracias a la confusión y apoderarse del carro que los llevaba al suplicio. Mientras tanto, Lady Roxana ha averiguado que su tío Benburry ha permitido que el padre de la joven permanezca prisionero de los piratas argelinos sin pagar su rescate, a pesar de recibir numerosas cartas en este sentido. La joven huye de la casa de su tío con sus joyas y acompañada por su dama de compañía, Mrs. Quickly. Su intención es rescatar a su padre con el precio de las joyas.
Benburry manda a sus sicarios en busca de la joven, pero ésta se encuentra con el Corsario y sus amigos en medio del gran incendio. Nuestros héroes tendrán que hacer frente a los sicarios para defender a Roxana y escapar de un Londres en llamas.
El gran incendio de Londres, pintura de autor desconocido.
Consiguen llegar a Dover y con las joyas de Roxana fletar una fragata llamada Tigre con la que escapar de Inglaterra, pero Benburry se ha enterado de todo esto y zarpa con dos galeones en su persecución. De ninguna manera quiere que su hermano reaparezca porque su cuantiosa fortuna le pertenece y además se descubrirían todos sus turbios manejos.
Benburry alcanza al Corsario en alta mar y su potente artillería está a punto de destrozar a la fragata de nuestros héroes. Mac Meck logra evitar un motín a bordo y Merlini resuelve la desesperada situación con una catapulta de su invención que sirve para bombardear con barriles de pólvora el barco de Benburry. Éste se hunde en el mar, pero el viejo pirata jura vengarse del Corsario en cuanto pueda atraparle. El Corsario y sus amigos huyen en la fragata con rumbo desconocido.
El Gran Incendio de Londres arrasó la ciudad de Londres desde el 2 de septiembre hasta el 5 de septiembre de 1666. El fuego destruyó la ciudad medieval de Londres dentro de la vieja muralla romana de la ciudad. Amenazó, pero no llegó, al distrito aristocrático de Westminster, el Palacio de Whitehall de Carlos II, y la mayoría de los asentamientos suburbanos.
Fue una de las mayores calamidades de la historia de Londres. Destruyó 13 200 casas, 87 iglesias parroquiales, 44 salones de la Livery Company, la Royal Exchange, la casa de aduanas, la Catedral de San Pablo, el ayuntamiento de Londres, el palacio correccional y otras prisiones de la ciudad, cuatro puentes sobre los ríos Támesis y Fleet, y tres puertas de la ciudad. Dejó a unas 80 000 personas sin hogar, un sexto de los habitantes de la ciudad en ese momento. La cifra de muertes por el incendio es desconocida, y se pensaba que había sido bastante pequeña porque sólo algunas muertes fueron registradas. Este razonamiento ha sido desafiado recientemente considerando que las muertes de pobres y de personas de clase media no fueron registradas, y que el calor pudo haber incinerado a muchas víctimas sin dejar restos reconocibles.
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