lunes, 26 de enero de 2015

Las hazañas de Elaine (The Exploits of Elaine). Arthur B. Reeve


Novela de Arthur B. Reeve (1880-1936) publicada en 1915 y que en realidad es la novelización de los guiones que el autor escribió para el serial cinematográfico del mismo título estrenado en enero del mismo año. Hay que decir en su momento este serial en 14 episodios tuvo una recaudación de más de un millón  de dólares y estableció a su atlética protagonista, Pearl White (1889-1938), como la reina de los seriales de su tiempo. La actriz había protagonizado el año anterior otro serial, The Perils of Pauline, pero hay que decir que Las hazañas de Elaine fue muy superior en todos los sentidos.

Como dijimos, Arthur B. Reeve se encargó de los guiones y de su posterior novelización.
Veamos el argumento a grandes rasgos: Taylor Dodge, el propietario de una gran compañía de seguros de Nueva York, aparece muerto en extrañas circunstancias. El motivo de su muerte son determinados papeles que ocultó previamente y que pueden revelar el escondite secreto de un célebre y despiadado maestro del crimen conocido sólo como La mano que aprieta (The Clutching Hand). Hay que decir que últimamente La mano que aprieta se ha cebado en los clientes de Dodge. Para ayudar a Elaine Dodge, la hija de Taylor, a seguir la pista del villano que asesinó a su padre, ésta contará con el famoso científico detective Craig Kennedy y su ayudante y cronista, el periodista Walter Jameson, que trabaja para el periódico The Star. Entre los esbirros y secuaces de La mano que aprieta nos encontramos con un indio amazónico que usa dardos empapados en curare como su arma preferida, un científico loco que ha inventado un apocalíptico rayo de la muerte y una banda de ladrones conocida como la Hermandad de los Falsarios. En el transcurso de sus aventuras, Elaine se ve atrapada además en las redes de Long Sin, un misterioso asiático, líder de una secta de adoradores de un diabólico dios oriental, los cuales intentarán momificarla viva. Nuestra heroína es rescatada una y otra vez por el leal Craig Kennedy, que usa cada vez un artilugio o dos de su invención para combatir a las fuerzas del mal. Hay que decir que la mayor parte de la tecnología y de los conocimientos científicos que utiliza Kennedy, que es físico y químico, están anticuados o son considerados triviales hoy día. Kennedy utiliza cosas tan novedosas en su época como diversos tipos de teléfono y comunicación por radio, magnetófonos, telescopios e incluso un sistema primitivo de televisión. Incluso algo tan común como las huellas digitales es presentado como una novedad científica.

Por otra parte, nunca he visto aparecer en una novela, a falta de ver el serial, tantas puertas ocultas, habitaciones secretas, pasadizos, lóbregos subterráneos, casas misteriosas, cortinajes enigmáticos que pueden ocultar cualquier cosa, trampas y trampillas, escaleras secretas, resortes que abren la entrada a lugares imposibles, en fin, todo un repertorio escenográfico que nos retrotrae a todo un imaginario propio de la novela gótica, el folletín, el cine primitivo o incluso a nuestros propios sueños.

Pearl White

El esquema de cada capítulo autoconclusivo es el mismo: La mano que aprieta pone en peligro a Elaine de las mil maneras posibles, en principio para obtener los documentos que le delatan y luego ya por venganza contra ella y su archienemigo Kennedy. La rapidez de pensamiento de Elaine y la aparición de Kennedy y su amigo Jameson servirán para desbaratar los planes de La mano que aprieta y salir todos con vida de los peligros más increíbles. Al final, el mismo autor parece aburrirse de repetir el mismo esquema e introduce el personaje del malvado Long Sin, aliado de La mano que aprieta, para renovar un tanto el escenario habitual de las aventuras. Asimismo hay una historia romántica entre Elaine y Craig que el autor desarrolla casi por obligación y con cierta desgana. Ni que decir tiene que, al final del serial y del libro, Elaine y Craig lograrán desenmascarar a La mano que aprieta, el supervillano que parecía casi invencible.

Creo que es interesante reproducir el título de los capítulos de la novela y de la serie: La mano que aprieta, El sueño crepuscular, Las joyas desaparecidas, La caja fuerte congelada, La habitación envenenada, El vampiro, La trampa doble, La voz oculta,  El rayo de la muerte, La corriente de la vida, Las tres horas, Los cristales de sangre, Los adoradores del diablo, El ajuste de cuentas. Como vemos por los títulos Elaine deberá escapar de múltiples peligros o ser salvada de ellos en el último momento. Tal vez el episodio más notable sea aquél en que Kennedy logra volver a la vida a Elaine, cuyo corazón ha dejado de latir, mediante un ingenio eléctrico (un primitivo desfibrilador), después de rescatarla de las ponzoñosas cloacas de Nueva York (episodio La corriente de la vida).


Me gustaría indicar que la mayor parte del tiempo he tenido la impresión de que Arthur B. Reeve se limita a ilustrar con palabras las imágenes cinematográficas del serial, limitándose a los diálogos y a la descripción de las escenas sin penetrar casi para nada en la psicología de los personajes, que son bastante estereotipados y sin matices. Lo único que parece interesar al autor y a los lectores/espectadores es la acción por la acción.

El serial fue producido por Wharton Brothers y se filmó en Ithaca (Nueva York). Fue dirigido por Louis J. Gasnier y George B. Seitz. La distribución corrió a cargo de Pathé Exchange. Los episodios del serial se estrenaban cada quince días, después de que la versión escrita del capítulo hubiese aparecido en los periódicos de mayor tirada. La consigna era "Léalo ahora, véalo luego en el cine." Como otros seriales de la época, Las hazañas de Elaine estaba dirigido a un público femenino joven. En Estados Unidos, los exhibidores usaban diapositivas con la letra de la canción de la serie, Elaine, my Moving Picture Queen, para que el público pudiese cantarla antes del pase del capítulo; por otra parte, en Inglaterra se regalaron al público femenino miles de sombreros "Elaine".

En cuanto a la novela, fue la novena que Arthur B. Reeve dedicó a su personaje Craig Kennedy. Tanto fue el éxito del serial y de la novela, que a continuación se produciría otro serial titulado The Romance of Elaine, también escrito por Reeve y novelizado por éste y que continuaba las aventuras de Elaine y de Craig Kennedy. Pero de esto ya hablaremos en su momento.

2 comentarios:

  1. Recuerdo haber visto algún fragmento de Pauline.. y qué decir, ese encanto mudo que ahora parece tan ingenuo.. igual me gusta! jajajaja, confieso que leo a veces hasta con un poco de culpa a Edgar Wallace; cada vez que doy con uno de sus libros sé que habrán pasadizos secretos y trampillas a destajo, villanos malvados-malvados, personajes ultra estereotípicos (sobre todo los protagonistas masculinos) y no puedo dejarles ir. Claro está que a veces ese esquema se rompe y me hace muy felíz, pero cuando el designio se cumple, en verdad que me avergûenzo de mi misma por dejarme engañar otra vez, pero le he tomado mucho afecto a las sub-tramas seudo científicas donde hacer estallar una ampolleta de magnesio para llenar una habitación de humo parece ser la última tecnológia y es así como me paso la vida buscando en las tiendas de usados más añosos esperando encontrar algo muy melodramático y estructurado. Estoy segura que me caería bien Elaine y Craig, aunque no posean profundiad en sus personalidades!
    Lamento la extensión, veo que se me ha ido la mano.. muchos saludos!

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  2. Hola, R-chan. Por lo que dices, Reeve y Edgar Wallace no estarían muy lejos a la hora de plantearse la estructura de sus novelas. Los malos son muy malos y los buenos son muy buenos. Pero en el fondo el esquematismo también es de agradecer a veces y en cierta manera es confortable para el lector. Como has apuntado antes, tal vez el único problema sea la repetición una y otra vez de las peripecias de los protagonistas. De todas formas, me encanta eso de las puertas, los pasadizos, las trampas y toda esa parafernalia del misterio propia del cine mudo o incluso de los sueños. Saludos y gracias por tu extenso comentario.

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